Primer Discurso
Como síntesis conclusiva de la clase anterior, podemos afirmar que reflexionar sobre la naturaleza de nuestra disciplina, la arquitectura, implica vincular nuestros saberes fundantes: Saber Representar, Saber Proyectar, Saber Construir y Saber Pensar.
1.
Relacionar Saber Representar con Saber Construir permite al proyectista construir una mirada cognoscitiva del mundo. Es la posibilidad concreta de aprender del mundo construido, indagar en la historia de la ciudad y su arquitectura. Percibir su forma y comprender su materialidad a través de los sentidos.
La experiencia tomada como la vivencia misma, pero con una mirada sensible, intencionada, disciplinar, permite al proyectista adentrarse en el contexto socio histórico e interpretar las formas habitables como parte de una cultura o grupo cultural.
Podemos entonces hablar de un primer momento de conocimiento empírico, es decir desde nuestra experiencia, pero que debe ser guiado con intención hacia la problematización del mundo. De otro modo no es posible hablar de indeterminación o cuestionamiento de lo construido desde un modo de “conocer” proyectual.
Pero en un segundo momento esa experiencia se vuelve representación, es decir, una construcción mental que explica de qué está hecho ese mundo construido, ergo, hecho de prácticas sociales vinculadas a ciertas conformaciones habitables. Cuando hablamos de “escuela”, “casa”, “hospital”, no hablamos de esto en particular, sino de una serie de conceptos y de imágenes que se relacionan en nuestra mente y que buscan claramente, un punto de discusión o debate para problematizarlo.
Esta primera relación plantea la necesidad de incorporar, al proceso proyectual, un tiempo de investigación y registro del mundo construido como materia previa de nuestras reflexiones. Es claro que, en este nivel de pensamiento, actúan nuestros raciocinios. Es decir que razonar es poner en acción nuestra capacidad de interpretación consciente y reflexiva.
2.
Esta segunda relación plantea, como propósito, la transformación del mundo construido a través de la práctica de proyecto.
Como desarrollamos en clases anteriores, el proyecto necesariamente involucra la tarea de problematizar la realidad en términos de espacio habitable. Es el habitar lo que entra en cuestión y es necesario colocarlo como centro de la discusión.
Proyectar, en sí, es la posibilidad de hacer hipótesis sobre un mejor habitar producto de una mejor arquitectura y una mejor ciudad para todos. Pero será condición necesaria y pertinente que cualquier propuesta sea transformadora, que contenga un grado notable de novedad y que sea producto de una nueva mirada sobre la disciplina arquitectónica. El grado de novedad está íntimamente ligada a la capacidad creativa del diseñador y de su capacidad de anticiparse a los cambios culturales respecto de las prácticas sociales, del habitar humano.
Proyectar, como práctica específica, es un proceso mental complejo que requiere de una dosis importante de imaginación. Por lo tanto, la creación de nuevas formas habitables es una capacidad que se ejercita y desarrolla, ayudada por el dibujo, como medio de expresión y de exploración de la forma arquitectónica.
Por eso podemos hablar del dibujo como un sistema de prefiguración de la forma, afirmando que la forma aparece como una creación en nuestra mente, pero solo será posible manipularla y operarla a través del dibujo. En este sentido, es importante recuperar algunas nociones de dibujo que nos aporta Saldarriaga Roa en el “Saber Representar”.
El proceso proyectual, entonces, se define por un campo de acciones y decisiones que permiten al arquitecto crear nuevos espacios y lugares habitables. Estas acciones creativas deben estar sustentadas por una serie de ideas que les dan sentido y, sobre todo, fundamento. El cuerpo de ideas, como conjunto o sistema, es la teoría del proyecto y sus fundamentos están vinculados en las representaciones mentales anteriores.
Cuando nos referimos no sólo a las ideas sino a los razonamientos que les dieron origen, a ese conjunto mayor lo denominamos “materialidad proyectual”.
La materialidad proyectual es el camino de ideas que apoyan y fundamentan nuestras acciones creativas, son las que nos permiten entender de qué conceptos deviene la forma de las nuevas espacialidades imaginables y seguramente ser parte fundamental de nuestras decisiones.
Segundo Discurso
Saber Pensar representa uno de los saberes más vinculados a los objetivos de nuestra asignatura y al área de conocimientos Teoría, Historia y Critica Arquitectónica. Saber pensar involucra básicamente, en términos de proceso de proyecto, saber construir la materialidad proyectual que orientará nuestras acciones creativas.
La pregunta “¿Conozco en tanto pienso, recuerdo e imagino?” nos cuestiona acerca de reflexiones sobre cómo hacemos para conocer y qué acciones mentales ponemos en juego para decir que somos capaces de conocer el mundo de la arquitectura y de la relación de este mundo con nuestra capacidad de imaginar aquello construido. Nos cuestiona acerca de los alcances de nuestro pensamiento que indaga en nuestra memoria y es capaz de activarla para desarrollar nuestra imaginación.
El imaginar las formas y los espacios que han sido parte de nuestra experiencia de aprendizaje, permite activar nuestras ideas y construir con ellas nuevas materialidades proyectuales.
En este punto del discurso nos detenemos a considerar tres conceptos de ver nuestro razonamiento, estos son:
Si hablamos del devenir del pensar, nos referimos siempre a un proceso dinámico en la mente del proyectista, que conlleva a un modo de pensar creativo y puede relacionar momentos vívidos y conocimientos construidos para generar ideas. Estas ideas nacen del sentido y valor que le damos a nuestras reflexiones, pero siempre con una intención de innovar y transformar el mundo.
Es necesario afirmar que todo aprendizaje involucra la construcción de conocimientos, pero, en el proceso proyectual, los aprendizajes se relacionan con la construcción de nuevas ideas de proyecto y sobre todo con los procesos creativos que motorizan distintas ideas. De tal forma podemos esquematizar:
Las acciones y pensamientos que se desarrollan al interior del proceso proyectual son parte de la construcción de nuevos conocimientos por parte del sujeto que proyecta. Cada proceso aporta nuevos conocimientos, no sólo al proyectista, sino al entorno inmediato y mediato social en el que se encuentra. Desde los ejercicios planteados en el aula entre estudiantes y docentes, hasta las prácticas profesionales, todas involucran un conjunto de conocimientos que se comparten y se trabajan.
Cada experiencia de proyecto, por menor que sea, deja un campo de conocimientos para ser explorados y utilizados. Sobre todo, cuando el proyecto se construye y modifica la realidad de otros, pasa a ser un conocimiento público que puede ser interpretado por todos, en especial por aquellos que se forman en la disciplina arquitectónica.
Lo que el esquema nos anticipa es que el sujeto que proyecta, el que proyectando construye nuevos conocimientos, se involucra objetivamente con el proceso. Entonces sus teorías y concepciones sobre la arquitectura, su posición ideológica frente a la disciplina arquitectónica y la sociedad, y sobre todo el deseo de transformar el mundo habitable van a condicionar y direccionar esa construcción de saberes.
Las interpretaciones de la realidad que el proyectista pone en juego, la cultura, la economía, la tecnología, etc, son parte de las representaciones mentales que el sujeto vincula, relaciona y argumenta al momento de proyectar. Estas relaciones también participan en este esquema.
Este esquema, que en su forma parece simple, intenta dejar claro todos los aspectos que quedan involucrados en un proceso complejo como el proyectual y, sobre todo, poner de manifiesto la importancia que tiene la producción de conocimientos de nuestra disciplina.
Tercer Discurso
Como venimos desarrollando, es claro que para cualquier proyectista es clave poder ser consciente de los conocimientos que se construyen al proyectar. Si bien, finalmente, todo quedará contenido en la forma, la forma de la arquitectura, será necesario poder verbalizarlo, explicarlo y registrarlo como proceso.
En las acciones creativas están íntimamente ligados los conocimientos y la capacidad de imaginar formas, lo que todo proyectista ejercita dentro del proceso. La relación conocimiento – imaginación se articula con las ideas que direccionan nuestras acciones creativas. Por lo tanto, podemos esquematizar esta relación:
Las ideas o conceptos que guían el proceso surgen de asociaciones complejas en la mente del arquitecto. Por ejemplo: aunque parezca simple, el conjunto de ideas que orienta el proyecto de la vivienda incremental de Alejandro Aravena se sostiene en una serie de reflexiones sobre la base de estudios de políticas de vivienda, economías y valor de suelo, desarrollos tecnológicos, valores culturales, modos de vida y prácticas sociales, modos de trabajo cooperativo, etc., sumado a las experiencias proyectuales anteriores del arquitecto, a su posición frente a la vivienda social y a su mirada respecto a la arquitectura y su misión profesional.
Todo esto se conjuga y resume en el esquema anterior, pero podemos agregar variables (conceptos) ya conocidos:
Como explicación posible de este esquema ampliado, importa entender que cualquier proceso de creación de formas dentro del proceso de diseño hace uso de ideas y conceptos, pero es importante puntualizar que las ideas están intrínsecamente ligadas al modo particular de pensar del proyectista, el deseo construido como estímulo y su posición frente a la arquitectura, es decir, frente a la disciplina.
En el desarrollo de la teoría de los Saberes y Prácticas de la Disciplina Arquitectónica estos esquemas integran siempre relaciones entre conceptos que se repiten, entre ellos: realidad – interpretación o pensar – deseo – posicionamiento.
Estos conceptos que se ubican en los bordes del esquema nos permiten entender que siempre están operando en el proceso proyectual y orientan decisiones y acciones del proyectista. A su vez es necesario afirmar que son acciones intelectuales que operan siempre en la mente del arquitecto y especialmente durante el proceso de proyecto.
Para completar el sentido del esquema, cabe pensar que reflexionar la idea de transformación implica entender que las acciones creativas dentro del proceso tienen efectos concretos en la modificación de la realidad, la casa, la calle, el barrio, la manzana, el parque, la ciudad, etc. Se verán modificadas materialmente y son finalmente las ideas las que promueven la transformación del mundo construido. Por lo tanto, las ideas y decisiones impactan en la sociedad en su conjunto y condiciona sus prácticas del habitar. El diseñador debe ser consciente en todo momento de las implicancias de sus decisiones creativas.
Entonces, por ser el proyecto una práctica social que se orienta a modificar la realidad, contiene un sentido político en la vinculación con la sociedad en su conjunto, y el arquitecto no puede eludir esa responsabilidad social.
En el mismo sentido, la propuesta arquitectónica comunica con su forma a través de un lenguaje que es propio de la disciplina. Este lenguaje es decodificado por la sociedad que la habita y produce en ella una apreciación estética. Lo estético no es un atributo de la forma, sino una condición y capacidad del sujeto que la habita y del sujeto proyectista.
Igualmente sucede con la capacidad del proyectista de interpelar el habitar: implica un compromiso ético para con sus habitantes. Es necesario dejar en claro que el esquema intenta problematizar estas relaciones y otorgar a la práctica del proyecto toda la responsabilidad para con la transformación de la realidad en real compromiso con la sociedad y la cultura.
La arquitectura, como formas habitables construidas, sobreviven a muchas generaciones de habitantes y quedan en la memoria por decenas de años, impactan en los modos de percibir la ciudad y son testimonio de la historia de la cultura.
No es exagerado pensar en la responsabilidad mayor que tienen los arquitectos al idear y crear en su mente nuevas formas habitables. En el ejemplo de la vivienda incremental de Aravena, es claro como la idea de espacio flexible, autoconstrucción y cooperación son vinculadas a un compromiso de lograr nuevas y mejores viviendas para los grupos sociales más carenciados.
Para completar el desarrollo teórico del esquema, pensamos que el sujeto proyectista se encuentra siempre en una actitud analítica que le permite comprender e interpretar el mundo, que producto de ese análisis obtiene y construye una serie de conocimientos de naturaleza diversa, y como expectativa crea formas habitables que sintetizan en sus ideas todo ese análisis hecho.
Autor: Fernando Giudici