Por FernandoGiudici.
El patio, espacio habitable cerrado a modo de claustro, ya sea con muros o galerías (logias) en sus lados, sin techumbre, abierto al cielo, se repite como motivo en el proceso y desarrollo de la vivienda americana luego de iniciada la conquista española en 1492. Como esquema topológico (ver Figura 1) no es más que un espacio abierto contenido por la masa de un edificio, es decir incluido en esa masa o volumen construido. Separado de otros espacios permite cierta introversión en las prácticas sociales que en él se dan. Como espacio contenido, limitado, el patio toma su forma y composición en base a sus límites.
El patio, como abertura consigue otorgar al edificio mejores condiciones de ventilación y asoleamiento a sus habitaciones, es decir otorga una cierta condición ambiental necesaria para la habitabilidad del edificio. En las culturas orientales el patio es considerado un pequeño microcosmos de la vida doméstica, era fuente de luz, aire y agua. El patio constituye para el que lo habita la posibilidad de percibir un recorte de cielo, un surtidor de agua, el verde de la vegetación, el color y el perfume de las flores y la privacidad necesaria para convertirse en un pequeño lugar de cobijo y recreación. En su forma y escala, el patio doméstico alberga la idea de reunión, como centro tangible de la composición arquitectónica y nudo de la vida privada. La espacialidad queda definida por la forma, materialidad y lenguaje de los espacios que lo definen.
Antecedentes
En la domus romana, posee una composición espacial organizada a partir de un eje que recorre todo el solar o terreno en sentido longitudinal y perpendicular a la calle.

Figura 1. Domus Romana. Planta, corte longitudinal y perspectivas visuales del impluvium y del patio final. Dibujo Fernando Giudici.

Sobre este eje se disponen dos patios de distintas dimensiones. El primero, más pequeño, cercano y conectado a la calle pública a través de un vestíbulo, organiza y dispone las habitaciones principales alrededor de él. A su vez, el primer patio denominado impluvium, tiene la misión de recoger las aguas de lluvia que llenan una pileta contenida en el mismo. A su vez este patio sirve como lugar de recepción social de la familia, contiene todos los objetos de la familia y parte del mobiliario. El primer patio se conecta a la sala principal de la casa, el tablinium, por así decirlo, preside cualquier acontecimiento de reunión social y tiene un control visual de todo el patio, a su vez articula espacialmente con el siguiente patio, tomando una posición privilegiada resultando el centro de la composición de toda la casa.

La casa a patios reconoce un pasado oriental, ya en las primeras ciudades en las márgenes del río Éufrates y Tigris, en la Mesopotamia de medio oriente, como la ciudad de Ur o en las mastabas egipcias a orillas del río Nilo, cerca de los conjuntos funerarios de Giza. Pero es en las polis griegas, ciudades modelo, donde se reconoce una primera estructuración de la vivienda con un patio central como organizador de toda su espacialidad y composición. En las ciudades islámicas del norte de África se van a desarrollar tipos de viviendas cerradas en varios pisos con patio central, dentro de una trama urbana muy compleja y densa que caracteriza a las medinas, como la génesis de la urbe musulmana. Durante la dominación islámica en el sur de la península ibérica se fusionaron los modelos de la casa islámica con la casa peninsular, más compacta. En el año 711, los musulmanes del norte de África invadieron la península Ibérica. Los musulmanes convirtieron a la Hispania romana en uno de los centros intelectuales de la cultura islámica, derrotaron a los visigodos y ocuparon parte de la península durante unos ocho siglos, hasta 1492.
Los rasgos de privacidad e intimidad de la casa morisca del Al Andaluz, configuran, a modo de síntesis, un tipo de casa que se traslada a América, a través del imaginario de los conquistadores y las destrezas de los constructores. El tipo importado será la casa sevillana y la casa andaluza. Un rasgo de imposición cultural islámica, en su expansión territorial hacia occidente, fue la lengua árabe, que fungió como dispositivo de transmisión de la religión y organización social. El nuevo imperio organizado en califatos, ocupó gran parte del sur de la península ibérica y dominó ciudades importantes como Sevilla y Granada. La imposición cultural islámica se caracterizó por tomar rasgos culturales preexistentes, siendo la lengua y la arquitectura, los pilares claves en la constitución de una unidad cultural entre lo preexistente y la imposición cultural. La apertura mostrada por parte de los pueblos conquistados a los conocimientos y saberes impuestos, permitió un proceso de mestizaje de las prácticas sociales y de los objetos cotidianos de uso doméstico. Estos nuevos productos se distinguen de los preexistentes, con una riqueza de formas y materiales nunca vistos.

La casa de origen mudéjar, es producto de la imposición islámica dentro de la península ibérica. Se trata de una experiencia fundamentalmente urbana, sobre todo en ciudades próximas al mar Mediterráneo. Esta casa representa las improntas de los modos de vida fusionados, el castellano y el morisco. El nuevo orden social, producto del mestizaje, tiene a grupos sociales que adquieren distintos nombres según sus elecciones, por ejemplo los mozárabes y muladíes: ambos de orígen cristiano, pero los muladíes se convirtieron al Islam mientras que los mozárabes permanecieron fieles al cristianismo bajo el período de dominación musulmana. Los mudéjares eran musulmanes que vivían en los reinos hispanos medievales. La arquitectura mudéjar es el producto del mestizaje, contiene rasgos musulmanes pero tiene un proceso de adaptación a la ciudad, a los modos de habitar y el clima de la península. Las viviendas contenían un patio protegido por un zaguán cruzado a noventa grados del eje principal que compone el patio y el salón principal. Esto permite preservar la intimidad de la casa del espacio público y la vista desde la calle. La sala principal, ubicada al final del patio a modo de remate y orientada de forma transversal, contiene los elementos arquitectónicos más finos con vanos y puertas en forma de arcos lobulados, con texturas muy elaboradas y labradas en piedra y madera a modo de artesonado. Las pilastras de capiteles muy trabajados, son de origen bizantino o de geometría regular, decorados con motivos vegetales y relieves geométricos imitando lazos.

Las casas anteriores al 1494, de origen y factura árabe, reproducen la organización de los patios de los palacios nazaríes en escala doméstica reducida. Estos patios se organizan a través de un eje que orienta longitudinalmente la alberca que toma el centro de la composición hacia los extremos. En los lados menores del patio, se encuentran las galerías que articulan el ingreso a las salas principales.

Los Palacios nazaríes son un conjunto palatino (emplazados en una gran loma) dentro de la Alhambra de Granada, donde la Corte nazarí desempeñaba sus funciones administrativas, protocolarias y de ocio. Se construyeron a principios del 1300, por consiguiente, son posteriores a la edificación de la Alcazaba. La historia de la Alhambra está ligada al sitio geográfico donde se encuentra, Granada. Sobre una colina rocosa de difícil acceso, en los márgenes del río Darro, protegida por las montañas y rodeada de bosque entre los barrios más antiguos de la ciudad, la Alhambra se erige como un gran castillo de imponentes murallas. Concebida como zona militar en un principio, la Alhambra pasa a ser la Residencia Real y de la Corte de Granada a mediados del s XIII, tras el establecimiento del reino nazarí y la edificación del primer palacio, encargada por el rey fundador Mohammed Ibn Yusuf ben Nasr, más conocido por “Alhamar”. A lo largo de los siglos XIII, XIV y XV, la fortaleza se convierte en una pequeña ciudadela de altas murallas y torres defensivas, alojando dos áreas principales: la militar o Alcazaba, cuartel de la guardia real, y la medina o ciudad palatina, emplazamiento de los palacios.

La casa mudéjar y morisca posteriores a la cristianización de Andalucía, vale decir posteriores a la expulsión árabe de la península, mantienen una organización general en torno a un patio. Éste, de planta cuadrada o rectangular, configura sus límites a partir de galerías en uno o dos de sus lados y en algunos casos en dos plantas. El ingreso al patio doméstico sigue siendo por un zaguán acodado, pero ahora este zaguán es parte de una galería lateral como en la casa del Horno de Oro en la ciudad de Granada.

La casa, desarrollada en dos plantas, presenta una notable composición claustral, cerrada al exterior con un galerías en planta alta, permitiendo recorrer todo el perímetro del patio conectando las dos salas, en los extremos norte y sur del mismo.
En la Figura 9, vemos otro ejemplo singular, una casa según el modelo nazarí de la localidad de Zafra, Granada. Se puede observar su emplazamiento dentro de la manzana, en una de las esquinas. La manzana define sus límites hacia la calle a través de la línea de edificación de las construcciones. El espacio vacío se organiza al interior de la manzana separado de la calle. Las muy estrechas calles, apenas dejan entrever los altos muros que delimitan interiores llenos de patios y vegetación.


La descripción realizada por Eduardo Martín Martín, en la guía de arquitectura de Granada, publicada por la Junta de Andalucía, nos ilustra lo dicho anteriormente.
“La casa obedece, a escala reducida, al modelo de la casa palaciaega nazarí con las crujías ordenadas en torno a un patio rectangular, centrado con alberca y fuente surtidor de taza baja en uno de sus extremos, que presentan frentes aporticados de dos cuerpos en sus lados menores. El interior de arquerías con columnas de mármol con capiteles cúbicos y el superior con pies derechos de madera (o pilares) y balaustradas (una de ellas conserva una celosía original con traza geométrica). Los pórticos y galerías preceden las estancias principales: salas rectangulares ciegas con ingreso a través de arco angrelado sobre el que se dispone un montaje de tres vanos arqueados con función de respiradero. El acceso desde la calle se realizaba atravesando un zaguán acodado, a fin de preservar la interioridad a las miradas ajenas. En el exterior, el predominio del macizo sobre el hueco responde a la actitud islámica respecto de la vivienda, dominada por la valoración de la intimidad y la segregación social y reclusión doméstica de la mujer”
En estas casas introvertidas predomina el cierre hacia el exterior, como se puede ver en el dibujo del alzado oeste (Figura 10). El muro domina la fachada oeste como un gran plano liso donde las aberturas no parecen disponerse según un orden de composición preestablecido. Es así que el lenguaje con que se expresa la casa hacia la calle parece ser una expresión de lo que sucede en su interior, que por cierto está ordenado de otro modo, tanto es sus elementos como en la disposición de los mismos. En el interior el patio posee una forma que responde a un trazado geométrico regular básico, con ángulos rectos en su planta y una simetría bilateral marcada por la disposición de la alberca en consonancia con las dos galerías enfrentadas, la sur y la norte. Ambas galerías de arcadas se repiten en su forma, proporción y elementos arquitectónicos. Los límites este y oeste que terminan de configurar el patio son distintos y repiten, de alguna manera, el lenguaje de la fachada, sin un orden claro, en principio. El límite que se dispone del lado este está compuesto de vanos, a modo de galería estrecha, con pilares de base cuadrada, mientras que su opuesto se conforma de un gran muro con aberturas sin un orden aparente, es decir que las ventanas se practican en el muro según las necesidades de luz y aire de los ambientes internos, las salas.
La casa señorial andaluza.
Ya en el siglo XVI, bajo la influencia de la arquitectura renacentista y manierista italiana, las viviendas señoriales y burguesas cristianas, construidas al modo de castilla, son proyectadas todavía con el esquema de patio central. Éstas viviendas, de programa y estrategia más compleja que las anteriores llegan a presentar un sistema de patios con distintas actividades que evidencia modos de vida y prácticas sociales más diversas según la jerarquía social de la familia y sus relaciones de poder y económicas. El modelo será el “palazzo” del renacimiento italiano, con una organización central alrededor de un patio aporticado en sus cuatro lados, con cuatro galerías o “loggias” casi siempre homólogas en su forma y elementos. En las fachadas se presenta un cambio del lenguaje arquitectónico, tanto en los elementos como en su organización. El muro perimetral, antes macizo y cerrado a la ciudad y la calle, ahora se perfora, se llena de aberturas como grandes ventanales, portales y balcones. La fachada se ordena según trazados reguladores y un sistema de jerarquías que posicionan en ella a cada elemento. Esta nueva vinculación entre espacio público y casa, modifica la organización interna de la composición entre habitaciones y patio o patios, según las actividades que realiza la familia y las relaciones sociales que practican.

Resulta notable la influencia de los palacios italianos en los modos de ordenar las actividades por niveles, el plano “nobile”, el superior, se deja para la intimidad de la familia, nos referimos a las principales recámaras y salas de reuniones sociales más íntimas, mientras que la planta baja sirve para relaciones comerciales y reuniones más públicas. La casa andaluza va tomando forma y va constituyéndose en un modelo de organización espacial que se ajusta a los usos y prácticas sociales urbanas burguesas. El zaguán, lugar de llegada, sirve muchas veces como apeadero de caballos o carruajes, cuando la casa adquiere una jerarquía mayor y dispone de un retiro de la calle que habilita al movimiento de las carretas y carruajes. Así el zaguán adopta un tamaño mucho mayor. El ingreso al patio es directo, distinto a la casa nazarí, y se organiza en dirección axial hacia el patio y la sala. Puede darse que el mismo eje, contenga la secuencia espacial de zaguán, patio primero, sala, patio segundo y loggia. La sala queda en medio de los dos patios, con dominio visual a ambos, como en la casa romana sucedía con el tablinium. La sala era el ámbito propicio para la recepción y agasajo de los visitantes, como también para tratar los asuntos de familia en relación a los consejeros políticos y religiosos. Las habitaciones mantienen una organización y composición geométrica más regular, otorgando al conjunto una estructura y lenguaje arquitectónico más unitario, tanto en la disposición de los elementos como en los remates, antepechos y molduras. Si bien el trazado geométrico de los patios intenta ordenar la composición general de la casa, la forma irregular y/u orgánica del solar, producto del trazado de la ciudad medieval, son absorbidos por los locales y habitaciones secundarias, las escaleras, los pasajes y las habitaciones destinadas al servicio de la casa, que dependiendo de la constitución de la familia podía llegar a tener más superficie, que el área doméstica estricta. El esquema general de la casa organizada alrededor de varios patios y en más de una planta, permitía un uso alternativo de la misma según las estaciones del año, por ejemplo la planta baja, más fresca en verano o el segundo patio con más superficie verde. En invierno las plantas altas o “altos”, tenían mejor asoleamiento y posibilidades de recibir calor por convección.
El modelo Americano
La casa americana, tiene una evolución y desarrollo proyectual primordialmente en planta baja, pero en varias regiones del Caribe, Venezuela y Colombia se han dado con altos sobre todo en esquinas y frente a plazas o calles importantes. Con una sucesión de patios, no siempre alineados, se organizaban las partes de la misma y se configuraba un microcosmos, muy necesario en tiempos de conquista, donde era necesario subsistir en paisajes y entornos naturales complejos. La casa, necesariamente, se inició como un sistema de producción y subsistencia, debiendo aprovechar la mano de obra disponible, de indios y esclavos para la producción de alimentos y vestimenta. Este modo particular de apropiarse y de construir un primer hábitat para el desarrollo de la familia fue posible también gracias a la disponibilidad de tierras de grandes extensiones y al modo de dividir la manzana en cuatro solares. Las ciudades fundadas antes de las leyes de India contaban con manzanas de ciento veinte varas de lado, aproximadamente cien metros de longitud.


En los esquemas trazados en damero, se pone de manifiesto el objetivo de la Corona española en regular y dar forma a las nuevas ciudades fundadas que se densificaban edilicia y poblacionalmente desde el centro hacia la periferia. La localización de la casa en la manzana supone la apropiación de un octavo de la superficie disponible. El esquema tiene dos cuerpos (crujías) principales que cierran un patio rectangular o cuadrado, a los lados de patio dos crujías paralelas cierran la composición y dan límite al patio. Con el tiempo se adosaron galerías a los lados del patio para generar sombra o proteger de las lluvias y ampliar el espacio de trabajo. La mayoría de las galerías bien construidas se dieron varias décadas después de la fundación cuando dispusieron de la tecnología para la producción de maderas y tejas para las techumbres. En los primeros años, muchos objetos y muebles fueron los que venían con la campaña fundacional, muy de a poco se fue logrando fabricar el equipamiento para la casa. Respecto de las casas andaluzas, la casa del virreinato dispone de un patio más grande, porque es un lugar de trabajo y de intercambio comercial. La calle como la concebimos en la actualidad dista mucho de ser la calle de las primeras décadas de la ciudad americana. Sin demasiados edificios, la calle comunicaba los solares pero era lugar de los desperdicios y la evacuación de las aguas servidas y de lluvia. El ingreso al patio primero es directo a través de un profundo zaguán o un gran portal, que con los años pudo ser tratado con materiales más duraderos como piedras o mármoles como también fue depositario de ricas molduras, pilastras, capiteles colgados, remates en arco y escudos nobiliarios de la familia.

La conquista de América incluyó muchas decisiones y organizaciones administrativas, pero de todas la fundación de ciudades fue el rasgo identitario que sirvió para organizar y ordenar todo el nuevo continente para la corona española. Donde no había más que rasgos de manejo de ciertos recursos naturales por parte de los pueblos originarios y algunas tolderías, los españoles pensaron e imaginaros ciudades cuyo modelo era el europeo. Salvo Pizarro en Perú y Cortés en Méjico, no hubo grandes infraestructuras en las selvas, llanuras, mesetas y montañas donde llegaron los adelantados con el fin de enriquecerse y fundar ciudades. La necesaria tarea de fundar y dar forma exigía poseer un formato más o menos regular que fuera repetible sobre el territorio y adoptar algunos tipos arquitectónicos simples, para lograr en poco tiempo una imagen urbana o algo parecido. Dentro de la política fundacional se puso énfasis en la dificultad de poblar la ciudad, algunas ciudades próximas a poblaciones originarias más violentas quedaron desbastadas y fue necesaria una refundación. El problema no sólo fue la protección militar de la ciudad sino también propiciar su crecimiento demográfico. De esta forma muchos colonos se mestizaron con la población local para lograr un asentamiento estable de gentes. Sobre todo las ciudades mediterráneas, que no estaban sobre una ruta comercial importante o disponían de un puerto, sufrieron un proceso muy lento de crecimiento. Tal fue el caso de San Juan de la Frontera, que a comparación de la ciudad de Jáchal, a mediados del siglo XIX, seguía siendo una ciudad pequeña, sin demasiada población. El desarrollo de la agricultura triguera y el establecimiento de varios molinos harineros dieron a Jáchal un impulso económico, llegando a comerciar con pueblos del norte y Chile a través del territorio de Iglesia, con los poblados de Rodeo y Angualasto.
El modelo urbano de Indias
El modelo urbano de “Indias”, fue pensado dentro de un documento cuyo nombre es “Recopilación de leyes de los Reinos de Indias” y contiene un conjunto de leyes en formato de ordenanzas que la corona española, en tiempos de conquista y conformación de los virreinatos dictó al respecto del planeamiento y colonización de América. Dichas ordenanzas son firmadas por el rey Carlos V y Felipe II en 1553, a nueve años de la fundación de San Juan. Esta situación permite comprender que el esquema fundacional de San Juan no se ajustara al modelo de Indias, ya que en 1553 ya se habían fundado más de doscientas ciudades en América, desde Méjico al norte hasta la Argentina y Chile al sur.
Dentro de las ordenanzas los artículos que se relacionan con el estudio y legislación urbana están comprendidos entre el número 32 y el 42, y entre el 11 y 130. Éstos se ocupan de la forma de elegir las comarcas y sitios para establecer la población, como también de temas vinculados a la forma urbana, el trazado de la plaza mayor y las plazas secundarias, la ubicación del templo católico mayor y los edificios de gobierno, así como delimitar los conceptos de solar y ejido.

En el centro del esquema con el número uno, se localizan los solares para las parcelas edificadas y que representan el centro de la ciudad con las plazas y los paseos públicos principales. Alrededor de esta área central se encuentra el ejido, con el número dos, éste representa la sumatoria del centro cívico conformado por la plaza mayor y los edificios públicos pertenecientes a la autoridad política y religiosa, la zona urbana de manzanas cuadradas o rectangulares divididas en cuatro solares, asiento para las familias, también las zonas de las quintas y las chacras. Luego con el número tres, el área destinada a las dehesas y zonas de pastoreo de los animales, cabras, ovejas y vacas. Más distante el área con el número cuatro, que está destinada a los “propios”, terrenos otorgados a los españoles según sus títulos y roles sociales. Por último con el número cinco el término o territorio que demarcaba los límites políticos y administrativos de la ciudad y de la política de gobierno local. En general vinculado a grandes accidentes geográficos como ríos, cordones montañosos, grandes planicies desérticas, lagunas o pantanos.
El modelo de Indias daba una idea general de la jerarquía de cada manzana respecto de su posición en relación al centro de la ciudad. A su vez deja explícito que la cuadrícula de módulo cuadrado para las manzanas y la plaza rectangular en el centro es un modelo de orden básico que se repite casi con precisión en las ciudades latinoamericanas de fundación virreinal. La divulgación de este modelo, a su vez, pretendía dar a las nuevas poblaciones una forma de organizar su territorio utilizando a la ciudad como centro de las principales operaciones políticas y económicas. Este objetivo, de hecho se fue concretando con el devenir del siglo XVIII y al llegar a la etapa republicana las ciudades rompieron sus límites hacia formas menos compactas y menos delimitadas.

Durante la colonia la ciudad fue motivo de refugio y seguridad. Según las observaciones de Dora Roitman, la ciudad en cuadrícula ha logrado albergar los diferentes cambios según sus distintas fases históricas, es decir que al interior de sus unidades, las manzanas se han sucedido distinto tipos de modificaciones y mutaciones según los usos urbanos y distintos tipos edilicios. La manzana de planta cuadrada logró albergar tanto a la casa virreinal como al edificio en altura moderno, pasando por la casa chorizo, la casa compacta, la casa de rentas, el condominio y la casa con negocio de la burguesía inmigrante.
La ciudad de la colonia permitía la concentración de las actividades comerciales y también la fuerza de trabajo del indígena. Era clave la misión de concentrarlos y evangelizarlos para lograr incorporarlos en la cadena de tareas agrícolas, ganaderas y mineras, per respecto de las actividades domésticas los indígenas y luego los esclavos negros cumplieron un rol fundamental para asegurar la subsistencia a fuerza de trabajo humano. La situación general que presentó el proceso de conquista respecto de los pueblos originarios implico un duro sometimiento de los mismos, que permitió el desarrollo de la ciudad, ya que la población inicial española era escasa y la fuerza de trabajo humano inicial fue la clave. La ciudades que fueron fundadas en territorios con poca población indígena, o que a la llegada de los conquistadores disperso y emigró, construcción de la ciudad fue muy lenta. Para los colonos, la posibilidad de conseguir suelo propio y ser nombrados vecinos impulsó a familias a trasladarse a América, por lo que la ciudad americana se fue transformando de un ideal y hasta una gran utopía en una experiencia real de apropiación, modificación y conquista de un territorio sutilmente conformado.
Mercedes y encomiendas
El poder de conservación y expansión de la ciudad fundacional fue de extrema raigambre en sus primeros pobladores y de una fuerte visión de futuro, ya que ciudad y región constituyen una unidad de ocupación definitiva de la conquista española. A la unidad de ocupación se le agrega la lógica administrativa de las “mercedes” y “encomiendas”. Las mercedes eran concesiones de tierra para los vecinos, esto tenía como objetivo incentivar a los colonos su permanencia en la ciudad. Las mercedes eran tierras para el desarrollo de la agricultura y la ganadería, cada vecino podía recibir un solar urbano y una parcela de tierra en el ejido, que fuera regable y que permitiera la construcción de una huerta familiar. Por su parte la encomienda fue una institución para sacar provecho de la mano de obra indígena. Se constituía en la entrega de un grupo de indígenas a un señor español, que a cambio de protegerlos, educarlos y evangelizarlos obtenía de ellos trabajo como tributo. La encomienda significó un sistema más para concretar el exterminio de los pueblos originarios en el nuevo continente.
1600. Potosí. La octava maravilla del mundo
“Incesantes caravanas de llamas y mulas llevan al puerto de Arica la plata que, por todas sus bocas, sangra el cerro de Potosí. Al cabo de larga navegación, los lingotes se vuelcan en Europa para financiar, allá, la guerra, la paz y el progreso. A cambio llegan a Potosí, desde Sevilla o por contrabando, vinos de España y sombreros y sedas de Francia, encajes, espejos y tapices de Flandes, espadas alemanas y papelería genovesa, medias de Nápoles, cristales de Venecia, ceras de Chipre, diamantes de Ceilán, marfiles de la India y perfumes de Arabia, Malaca y Goa, alfombras de Persia y porcelanas de China, esclavos negros de Cabo Verde y Angola y caballos chilenos de mucho brío. Todo es carísimo en esta ciudad, la más cara del mundo. Sólo resultan baratas la chicha y las hojas de coca. Los indios, arrancados a la fuerza de las comunidades de todo el Perú, pasan el domingo en los corrales, danzando en torno a los tambores y bebiendo chicha hasta rodar por los suelos. Al amanecer del lunes los arrean cerro adentro y mascando coca persiguen, a golpes de barreta, las vetas de plata, serpientes blanquiverdes que asoman y huyen por las tripas de ese vientre inmenso, ninguna luz, aire ninguno. Allí trabajan los indios toda la semana, prisioneros, respirando polvo que mata los pulmones y mascando coca que engaña al hambre y disfraza la extenuación, sin saber cuándo anochece ni cuándo amanece, hasta que al fin del sábado suena el toque de oración y salida. Avanzan entonces, abriéndose paso con velas encendidas, y emergen el domingo al alba, que así de hondos son los socavones y los infinitos túneles y galerías.
Un cura, recién llegado a Potosí, los ve aparecer en los suburbios de la ciudad, larga procesión de fantasmas escuálidos, las espaldas marcadas por el látigo, y comenta:
—No quiero ver este retrato del infierno. —Pues cierre usted los ojos —le aconsejan. —No puedo —dice el cura—. Con los ojos cerrados, veo más.”
Eduardo Galeano, Memorias del Fuego 1
El trazado original de la ciudad siempre fue un mecanismo abstracto que necesitó de muchos ajustes según la situación contextual de cada caso. En principio la geografía y la topografía de cada sitio limita la forma regular de la ciudad y se producen deformaciones en los límites de sus partes y de las unidades, las manzanas, y luego en los solares, tanto en la distribución como en su forma. Los edificios van a adaptarse a estas deformaciones sin perder el esquema básico. En el caso de la casa, su sistema de patios articulados.
El modelo de ciudad /región, en un primer momento fundacional se redujo al ejido y las pequeñas huertas trabajadas en los solares urbanos fueron clave para el sustento de la población. En san Juan, dentro de la casa, entendida como un pequeño sistema de protección y subsistencia, existían sectores regados por acequias internas que atravesaban los corazones de manzana de oeste a este, respetando la pendiente natural del valle. A la construcción de las hurtas, se le agrega plantaciones de árboles que son traídas por los españoles, como el sauce, el álamo, el eucaliptus y el aguaribay. Estas especies arbóreas se adaptan al suelo desértico y permitieron atemperar las temperaturas y vientos, dando de alguna forma las primeras señales de ciudad oasis.

La parcela es pensada en sentido longitudinal con la impronta de lo construido sobre la línea que delimita la calle. La primera intención que puede interpretarse, acerca de la localización de la primera estructura de la casa, es la de construir ciudad, ya que si esta construcción estuviera muy retirada, hacia el interior del solar la imagen de calle se desdibuja. El límite será primero hecho con cercas vegetales, en el intento de cerrar y dar algo de intimidad. Hacia el interior de la parcela, frente a la primera construcción o gran habitación se organiza el espacio libre de trabajo, éste permite actividades varias vinculadas a la relación de la casa con la ciudad. Se dan todo tipo de tareas y labores domésticas, vinculadas a la producción de materias primas para la conservación de alimentos, como también la localización y almacenaje de leña, pasturas para los animales, materiales de construcción, la fragua para la fabricación de pequeñas piezas metálicas como las espuelas de caballos y mulas, los apeaderos de caballos, mulas y bueyes. Es decir que a pesar de ser un gran espacio libre, la familia va sectorizando y organizando actividades y materiales necesarios para su subsistencia. Más hacia el interior de la parcela, se desarrolla algunas habitaciones muy rudimentarias para albergar los fogones y las letrinas, éstas estaban hechas de una estructura de madera muy rudimentaria y, como cerramiento se utilizaba materia vegetal, como ramas y hojas dispuestas en pequeños paños atados con tientos de cuero. Una vez pasado el límite del primer conjunto, se disponía un sector para la huerta y los frutales como también para los corrales.
Los fogones, lugar de cocina eran localizados fuera de la sala o en un sector de la misma practicando un hueco sobre un muro de tapia más grueso, al que se le adosaba un pequeño arco de adobe en forma de pequeña bovedilla, dejando un respiradero para los humos hacia afuera, luego se construyeron grandes campanas con vigas de madera y sistema de quincha que cruzaban la habitación de lado a lado y debajo de esta se disponían varios fogones e incluso en algunos casos un pequeño horno de barro semiesférico hecho con adobes. Las ollas de hierro fundido colgaban de un palo atravesado a través de un gancho metálico. En general, en esta primera fase de construcción de la casa, el mobiliario era escaso. Los catres eran fabricados con maderas recicladas y los elásticos eran de cuero tensados y atados de los bordes. El ropaje y abrigo de cama era de lienzos y mantas tejidas a mano con lana hilada y tejida en telares muy rudimentarios. Al igual que las mesas, que no eran más que tablones de madera desbastada a mano con herramientas muy sencillas y también banquetas del mismo material.

Los utensilios de cocina eran hechos a mano en metal forjado y madera. Los recipientes hechos de cestería y cerámica, serviría para almacenar distinto tipos de alimentos y granos. El agua de riego era derivada por una acequia de piedra o de piezas cerámicas cocidas hasta un pozo profundo revestido en piedra que permitía que el agua decante y se filtre, con vasijas y un sistema de roldana muy precario a base de piezas de madera y soga de cáñamo se extraía el agua para beber y para cocer los alimentos. También solían conseguirse piedras porosas, que desbastadas y ahuecadas, se colocaban sobre una base de madera tipo banco, el agua depositada por su parte superior, lentamente filtraba a través de la piedra porosa y debajo se colocaba una gran vasija de la cual se extraía el agua. Muchos conocimientos fueron creativamente aplicados a los materiales que existían en el entorno inmediato a la ciudad. Los solados de salas y habitaciones eran de tierra apisonada y mojada continuamente. Al comenzar la producción de mampuestos de tierra cocida, como ladrillo, losetas y tejas, los ambientes comenzaron a tener pisos más finos, de piezas cerámicas asentadas en tierra o arena fina. También los empedrados de piedra bola y piedra laja fueron posibles gracias a la cercanía de las sierras y de las chimbas del río.
Con el tiempo, se busca cerrar la parcela hacia la calle con edificación, básicamente para lograr la intimidad de la casa y lograr separar distintos tipos de actividades que al principio aparecen todas juntas en el patio y las pocas salas construidas.

Hacia fines del siglo XVII, la casa virreinal se va configurando como una unidad productiva. Como artefacto instalado en una geografía apenas delineada por el trazado original de la ciudad, la casa, es una unidad con cierta autonomía y con una interdependencia de las otras casas y de los terrenos que rodean al ejido urbano. De iniciarse como una unidad básica de cobijo y subsistencia de los primeros colonos luego, con el correr del primer siglo y medio, se transforma en un sistema espacial que alberga las actividades domésticas principales y también las comerciales y de protocolo necesarias para que los miembros de la familia logren relacionarse con otras familias y así concretar uniones y acuerdos que servirán para futuros emprendimientos familiares dentro de la sociedad colonial. Las transformaciones dentro y fuera del ejido urbano de la ciudad son también parte de las causas de un mayor desarrollo en tamaño y complejidad de la casa. Se van organizando y zonificando funciones productivas comunes públicas y de servicios que permiten mejorar las condiciones de las actividades agrícolas y ganaderas. También rudimentarios establecimientos de molienda de granos, que comúnmente se hacía en morteros de piedra en las mismas viviendas o pequeños establecimientos vinculados a las plantaciones de vid para la producción de vino artesanal. También la producción de leña para las tareas domésticas de cocinar y calentar el agua, la instalación de un primer matadero para el despostar y procesar la carne y la producción de cebo para velas, los saladeros para la producción de charqui y chacinados, las primeras talabarterías para trabajar el cuero, para producción de monturas y aperos e indumentaria como botas de montar, las primeras fraguas para la producción de herraduras y herrajes simples. Las familias se van fortaleciendo por la promoción de acuerdos para formar nuevos matrimonios que necesitarán sus propias habitaciones y sus salas íntimas. Así la casa puede entenderse como un sistema de pequeños núcleos que representan a las nuevas conformaciones matrimoniales que pasan a engrosar las familias. En síntesis, varias actividades productivas que inician puertas adentro de la casa, pasan a desarrollarse en el ejido y los propios de forma comunitaria o institucionalizada por el gobierno local.

Por parte de la ciudad y su organización administrativa, es posible que estas instalaciones primeras, no sólo sirvieran para un autoconsumo sino también que promovieran un sentido mercantil entre ciudades. La construcción de la red de caminos entre las villas y poblados, implicó un desafío importante para las comunidades y demandó mano de obra y la construcción de pequeñas obras como puentes y defensas para las crecidas de los ríos por desborde aluvional. Estos caminos, se fueron consolidando como rutas comerciales hacia el norte y el sur y hacia el oeste para la Capitanía general e Chile. Se van a instalar en las ciudades pequeñas empresas comerciales que, producto de la llegada de viajeros que traían novedades sobre España y a su vez aprovechaban para comercian productos europeos que eran requeridos por las familias mejor posicionadas para motivar la vida cortesana e improvisar las relaciones de clase y de comercio. Telas, indumentarias, accesorios, utensilios de cosmética y tocador, etc, son demandados por la ahora familia más desarrollada. El desarrollo de las primeras carpinterías y herrerías, van a permitir innovar en la producción de herramientas agrícolas y de producción de alimentos. Los primeros molinos, de energía fluvial, a través de pequeñas norias, instalada en las márgenes de arroyos y ríos necesitaron de engranajes y ruedas de madera ensamblada para mover el eje de las ruedas de roca que molían el trigo. El trabajo de cantería también sería importante para la construcción de muros y bases de columnas y para la decoración de los portales de acceso de edificios públicos y casas señoriales.
La casa a patios, que en un principio sirviera como unidad productiva y como sistema de apropiación y construcción de la ciudad como modelo de la conquista española, va a ser modificada y transformada por el crecimiento y densificación de la ciudad en el período republicano. La calle, que en un principio, al modo nazarí sólo conectaba los edificios de las manzanas, va a transformarse en un espacio urbano de relaciones comerciales y sociales. La casa se va modificando en su fachada y en sus dimensiones internas para dar lugar a otras funciones urbanas vinculadas a lo comercial y a la renta de habitaciones para los nuevos habitantes que van llegando a las nuevas naciones latinoamericanas independientes. De este proceso de subdivisión de la parcela y de densificación edilicia de la manzana, surgen nuevos tipos arquitectónicos que seguirán tomando al patio como elemento articulador y organizador de las espacialidad.


La casa chorizo
Desde que se inicia el proceso de crecimiento y densificación de los centros históricos de las principales ciudades latinoamericanas, a finales del siglo 17 y sobre todo en el 18 y 19, la manzana de las viejas ciudades del virreinato va a sufrir un proceso de subdivisión de las parcelas que las constituyen, con el objeto de lograr mayor densidad edilicia y de población. Los centros históricos, van a soportar gran cantidad de transformaciones y sustituciones de edificios y lugares urbanos. Las antiguas casonas, que fueron creciendo y se fueron modificando van a subdividirse en dos o tres, quedando una fachada partida y más angosta que llegó a tener menos de ocho metros de frente. Los grandes patios de las antiguas casas se van a subdividir y reducir en sus dimensiones. Se construyeron largos pasillos y corredores para conectar las nuevas habitaciones, que fueron completando la parcela hasta ocupar todo con espacio construido y techado.
También se la llamó “casa a piezas”, y respondía a la conformación de partes, que se iban engarzando una en otra como unidades independientes y se estructuraban en un conjunto lineal. Los patios se achicaron y cambiaron de proporciones hasta, en algunos casos, reducirse a un pequeño patio de ventilación y luz. La casa que fue una unidad habitacional compleja, pero de ser una casa para una familia ampliada, pasó a ser una residencia de varias familia que, con el tiempo, tendió a transformarse en una casa de renta, es decir que se comenzó a alquilar las habitaciones por separado. En la figura 21, es una casa de una sola familia, en la planta se puede observar cómo los locales, es decir las habitaciones, ahora se organizan en tira, armando una sola crujía que puede tener distintas techumbres con distintas escalas y calidades constructivas según la jerarquía del lugar, ya sea comedor o sala principal, hasta la cocina. Los sucesivos patios, quedan conectados por un largo corredor que termina en el último patio. En el ejemplo, en el patio final, se encuentra una escalera que conduce a una segunda planta, que puede ser dos habitaciones para el personal de servicio.


Muchos nuevos parcelamientos que reemplazaron parte de las áreas rurales, es decir que fueron parte de la periferia del centro histórico de las ciudades. Una diferencia con el centro fundacional, es que esas áreas fueron urbanizadas de diferente forma. Cuando el crecimiento fue planificado, se dio por fragmentos ya organizados a partir de nuevas manzanas. Si no fue planificado el crecimiento se dio de forma espontánea en las antiguas calles que conectaban las parcelas rurales. Estas nuevas parcelas, tienen un frente a la calle estrecho y son muy alargadas. La casa chorizo fue un modelo que se adaptó a la forma de la parcela, y durante las primeras décadas del siglo 20, sirvió para la instalación de familias en las áreas periféricas. En San Juan pueden encontrarse muchos casos similares. En Rivadavia, en la calle Hipólito Irigoyen, ex calle San Miguel, se dio a principios del siglo 20 un parcelamiento sobre la vereda oeste, desde avenida Libertador San Martín hacia el sur, se lotearon más de cuarenta parcelas que tenía doce metros de frente y más de ochenta metros de profundidad. Una de estas casonas, fue construida por la familia Angillieri. Figura 22. La casa tipo “chorizo”, constaba de un zaguán profundo, galería y habitaciones orientadas al norte. La galería profunda conectaba todas las habitaciones y la cocina. Al final de la casa se disponían pequeños depósitos, corrales, gallineros. Más hacia el final, la huerta, los árboles frutales y la plantación de flores. En las noches nos reuníamos a cenar toda la familia en la galería, que tenía a continuación un pequeño patio con parral y al costado una dama de noche que florecía todos los veranos” Asi lo contaba Angelina Angillieri.

El conventillo de inmigrantes | Siglo 19 – 20
Hacia fines del siglo 19, con el ascenso de las clases altas y tradicionales al poder político, se produce una expansión de las ciudades antiguas latinoamericanas, este crecimiento genera grandes bordes urbanos respecto del casco central y fundacional, como también una sucesiva densificación de esos centros promovido por el constante aumento de clase trabajadora dentro del mismo. El modelo exportador de materias primas de las naciones americanas, ahora administradas dentro de un modelo liberal en consonancia con las naciones productoras de manufactura, permitió el surgimiento de nuevas y renovadas áreas comerciales, con la incorporación de grandes tiendas de artículos importados, éstas necesitaron mano de obra. Las clases obreras populares buscaron asiento cerca de los centros urbanos en busca de trabajo, ya que esta renovación urbana demandó mucho trabajo desde los gremios de la construcción, por ejemplo. Debido a estos fenómenos sociales se registró una persistencia y crecimiento de la habitación popular en el casco histórico, en gran medida de inmigrantes, acuciados por la depresión económica y la superpoblación en Europa y atraídos a Buenos Aires, Rosario, Montevideo, São Paulo y otras ciudades sudamericanas entre 1880 y 1910.
«Como la demanda de mano de obra en el centro era grande (en construcción e industrias de procesamiento predominaban los extranjeros) y el boleto de tranvía aún era caro… estos recién llegados se congregaron en los conventillos céntricos, en casas de pensión y departamentos baratos». Scobie, J. (1977)
De este modo, se fueron perfilando los diferentes modos de habitación urbana con sus respectivas características funcionales, tecnológicas, estéticas y que fueron densificando y transformando el tejido de la manzana tradicional urbana. Consecuentemente, en este período histórico que se ha detallado se desarrollaron diversos tipos de viviendas según las clases sociales, por ejemplo, lo que respecta a la vivienda de los genéricamente denominados sectores populares, en sus versiones unifamiliar y colectiva, hubo gran diversidad tipológica funcional y formal, así como de modos de producción (autoconstrucción, emprendimientos privados y planes oficiales). Si tomamos el período 1880-1945, como se explica en el punto anterior, entre las viviendas para una sola familia cabe citar la casa chorizo, mientras que las colectivas fueron la casa de vecindad, los departamentos de pasillo lateral o central (también de una o dos plantas, hoy rebautizados coso «tipo casa»), el pasaje, la casa colectiva, el barrio de viviendas individuales, el barrio-parque de pabellones multifamiliares, la tira de viviendas ferroviarias y -una de las más extendidas, que interesa considerar es el conventillo.
Desde la perspectiva social, el conventillo se constituyó en el tipo habitacional más significativo, que si por un lado daba cuenta de la faz más inhumana del liberalismo con la desprotección de la clase trabajadora, el hacinamiento en tugurios céntricos de cuartos estrechos sin luz ni aire, pésimas instalaciones sanitarias y alquileres abusivos; por otra parte se constituía en un espacio cultural integrativo, de alta sociabilidad, donde convivían polacos, italianos y españoles con criollos del interior, compartiendo fiestas, comidas y luchas reivindicativas, generando nuevas expresiones estéticas, musicales y de lenguaje (como el sainete, el tango y el lunfardo). Ramos, J. (1999).



Los antecedentes más directos del conventillo son los “corrales de vecinos sevillanos” con habitaciones dispuestas alrededor de un patio, pudiendo ser en planta baja o más pisos. También en Latinoamérica, la disposición de cuartos o habitaciones de alquiler dentro de casa virreinal, en los patios traseros. El auge, en las ciudades portuarias como Buenos Aires, se dio sobre fines del siglo 19, hacia el año 1867, con dos construcciones en dos niveles de aproximadamente treinta habitaciones, similar al conventillo que se ve en la figura 23.
Los primeros conventillos que aparecieron, por ejemplo en la ciudad de Buenos Aires, fueron una adaptación de las antiguas casas chorizo o casonas de patios, que ya estaban obsoletas o muy deterioradas, ubicando en cada cuarto una familia. Los segundos, que ya en 1880 constituían el diecisiete por ciento del total fueron construidos por especuladores urbanos (constructores) intentando lograr un aprovechamiento máximo de la parcela, disponiendo una serie de habitaciones (de aproximadamente 4 x 4 x 4 ms.) para una familia en cada una de ellas, alrededor de un espacio abierto central y común: el patio del conventillo, donde lavaderos y sanitarios se agrupaban linealmente en forma de batería. Podían tener a tener dos niveles, en cuyo caso las escaleras sabían colocarse a mitad del patio. (Ramos, 1999)
Estos últimos son la versión más generalizada del tipo denominado conventillo, el cual en el cambio de siglo no aparece con clasificación de tipo de vivienda precisa, sobre todo en la documentación oficial. Algunas veces, en los censos de población, como en 1887 y 1904, no se se los identifica con claridad; otras veces como en los censos de 1869 y 1895 se los denomina como “casa de inquilinato”. El número de habitantes (en la enorme mayoría superior a treinta) como la disposición de las habitaciones en torno a un patio, con servicios comunes, van a caracterizar al conventillo; esto ha sido confirmado esto por su difundida aceptación en el lenguaje popular.
Otro subtipo, en una o dos plantas, fue el de los conventillos chorizo, con distribución similar a los anteriores pero a simple crujía, dando sus habitaciones a patio lateral. Estos conventillos se disponen en el terreno como bloques de más de una planta, construidos por adiciones progresivas y separadas por patios no tan amplios como los de los tipos antes mencionados. Patios
característicos, con sus exentas escaleras de madera y circulaciones perimetrales a la manera de galerías-balcón.



Otra arquitectura Argentina – Arquitectura Nac. & Pop
La producción de la arquitectura argentina en la década de 1980, logró comenzar a narrar, a través de su propuesta formal y tipológica, quiénes y cómo somos como cultura y sociedad los argentinos. Comenzando con un movimiento más bien aislado de arquitectos, que entusiasmados con los cambios de paradigmas filosóficos y culturales que se iniciaron en 1960, con los movimiento de cambio de ideas y la llegada de la posmodernidad en términos de teoría de la arquitectura, se animaron a romper con las ideas modernas, de una arquitectura académica que sólo hablaba de negar el pasado como proceso de la cultura latinoamericana, menos pura, más compleja, menos académica y más popular. Recién con este movimiento, denominado a veces como “arquitectura alternativa” o bien “la otra arquitectura”, como queriendo bajar de categoría a la producción y diseño de esta variante, se logró cristalizar un enfoque propio para la teoría de la arquitectura propia, mirada desde nosotros mismos, desde nuestras necesidades y posibilidades como sociedad de la carencia. Los proyectos fueron claves, en recuperar mucho de la historia de la arquitectura, que había sido sepultado por la academia moderna, que seguía imperando en nuestras escuelas de arquitectura. De hecho, la bibliografía sobre la arquitectura europea o norteamericana en las bibliotecas era mucho más vasta que lo escrito sobre lo propio. Los institutos de investigación en historia de la arquitectura latinoamericana, ya habían iniciado un camino de reconstruir los procesos históricos de nuestra arquitectura latinoamericana. De la mano de Mario Buschiazzo y Ramón Gutierrez en Buenos Aires, Alberto Nicolini y Diego Lecuona en Tucumán, Marina Waisman en Córdoba, entre otros muchos, se iniciaron investigaciones y registros de la arquitectura de la época virreinal, documentando casos y los restos de los centros históricos. Este material fue circulando, especialmente en revistas de divulgación como “Summa
Historia”, que se iniciaron como pequeñas separatas.
Lo que comenzó como un movimiento de ruptura de la tradición moderna luego se transformó en una tradición de ruptura, en el intento de capitalizar saberes de los procesos históricos para lograr propuestas que ya se instalaron como arquitecturas regionales, nacionales y americanas y así lograron cambiar una noción que se tenía de la arquitectura como periférica a una noción de arquitectura de como región.
La Casa Chorizo. Reciclaje contemporáneo. Casa estudio de Giancarlo Puppo.


“Sin necesidades de incorporar el automóvil por el momento, se optó por conservar el exterior del edificio tal como fuera remodelado hacia los 30, pero agregándole color y una reja de protección en el frente y en el patio posterior. En el interior se conservaron los pisos en los pocos lugares donde el estado era aceptable. Los muros fueron desnudados del revoque, lo mismo que los cielorrasos, lo que permitió dejar a la vista las estructuras originales: vigas con alfajías y ladrillos, hormigón armado. Este trabajo fue una verdadera lección de historia de la construcción en Buenos Aires.”
Giancarlo Puppo



Ciertamente en el proyecto de la casa, Giancarlo Puppo rescata la tipología de la casa a patios, ya evolucionada de principios del siglo 20, para adaptarla a los nuevos modos de habitar y rescata el valor de lo histórico que tiene la casa en su lenguaje, su escala y la organización de las habitaciones en torno a un patio.
La Casa a Patio. Casa en Tudcum. San Juan.
Arq. Giancarlo Puppo.
“Ubicada en una localidad de la provincia de San Juan cercana a la cordillera de Los Andes. en el que fuera un antigua asentamiento indígena, esta obra reelabora las tradiciones espaciales y constructivas del sitio. Retoma los colores y las texturas del paisaje. La casa se desarrolla aprovechando un muro de contención existente que marca una diferencia de nivel de un metro entre los locales de servicio – orientados hacia el sur – y las áreas de estar, abiertas a un patio central rodeado de galería.”


Es interesante ver en el desarrollo de la tipología de patio, como Giancarlo Puppo, sostiene el ingreso a través de un portal, que hace las veces de zaguán corto, para entrar lateralmente al patio a través de una galería profunda que tiene dos partes, una primera sin apoyo al muro y la siguiente sí. La organización de las habitaciones a partir de una composición de tres crujías en forma de U, contienen dos deformaciones que permiten conectar el estar principal con la cocina y las habitaciones si tener que salir a la galería. Este acomodo, propio de la necesidad de sostener el confort térmico de la casa, por las bajas temperaturas de invierno que llegan a los 15 grados bajo cero, igual mantiene las relaciones visuales y espaciales de las habitaciones con la galería y el patio. En verano, la galería, además de ser un espacio de estancia, como lo muestra la figura 32, también resuelve una conexión alternativa a la interna de la casa.


“Una acequia que, desviada parcialmente en su recorrido desde la montaña, corre bajo la vivienda, crea un microclima en este recinto casi cerrado. Aquí, las tradicionales paredes de adobe así como la estructura de álamo y caña y la cubierta de barro y paja conviven con nuevos aportes tecnológicos que contribuyen a rigidizar el sistema estructural o a mejorar las aislaciones térmicas e hidrófugas”
Bibliografía
Martín Martín, Eduardo. (1998) Granada, Guía de Arquitectura.
Mara Carmignani, (2018) La vivienda a patios como patrimonio urbano constitutivo de la identidad regional latinoamericana.
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Ana Igarreta. (2017) San Juan de la Frontera en el siglo XVI: fragmentos de su imagen fundacional. Marta Beatriz Silva. (2017) La vivienda a patios de origen hispánico Y su difusión en Iberoamérica. Eduardo Galeano. (1982).
Las memorias del Fuego I. Los Nacimientos.
Leyda Sandy Espinoza. (2020) La Casa patio virreinal Limeña. Expresión de dos culturas.
Anton Capitel. (2005) La arquitectura del patio.
Dora Roitman. (2001)La ciudad oasis. Evolución física espacial de la ciudad de San Juan.
Ramos, Jorge. (1999). Arquitectura del habitar popular en Buenos Aires: el conventillo” IAA. UBA. Buenos Aires.
Scobie, J. (1977) Buenos Aires. Del Centro a los barrios. 1870-1910. Ediciones Solar. Buenos Aires.
Irigoyen, Adriana y Gutiérrez Ramón. (1990), Nueva Arquitectura Argentina. Escala. Bogotá.
Créditos
Textos y dibujos por Arq. Fernando Giudici
Edición y corrección por Arq. Marisol Vedia
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