Introducción al pensamiento proyectual – Documento de cátedra
Por Fernando Giudici
El patio, espacio habitable cerrado a modo de claustro, ya sea con muros o galerías (logias) en sus lados, sin techumbre, abierto al cielo, se repite como motivo en el proceso y desarrollo de la vivienda americana luego de iniciada la conquista española en 1492. Como esquema topológico no es más que un espacio abierto contenido por la masa de un edifico, es decir incluido en esa masa o volumen construido. Separado de otros espacios permite cierta introversión en las prácticas sociales que en él se dan. Como espacio contenido, limitado, el patio toma su forma y composición en base a sus límites.
El patio, como abertura consigue otorgar al edificio mejores condiciones de ventilación y asoleamiento a sus habitaciones, es decir otorga una cierta condición ambiental necesaria para la habitabilidad del edificio. En las culturas orientales el patio es considerado un pequeño microcosmos de la vida doméstica, era fuente de luz, aire y agua. El patio constituye para el que lo habita la posibilidad de percibir un recorte de cielo, un surtidor de agua, el verde de la vegetación, el color y el perfume de las flores y la privacidad necesaria para convertirse en un pequeño lugar de cobijo y recreación. En su forma y escala, el patio doméstico alberga la idea de reunión, como centro tangible de la composición arquitectónica y nudo de la vida privada. La espacialidad queda definida por la forma, materialidad y lenguaje de los espacios que lo definen.
Antecedentes
En la “domus” romana, posee una composición espacial organizada a partir de un eje que recorre todo el solar o terreno en sentido en sentido longitudinal y perpendicular a la calle.
Sobre este eje se disponen dos patios de distintas dimensiones. El primero, más pequeño cercano y conectado a la calle pública a través de un vestíbulo, organiza y dispone las habitaciones principales alrededor de él. A su vez, el primer patio denominado “impluvium”, tiene la misión de recoger las aguas de lluvia que llenan una pileta contenida en el mismo. A su vez este patio sirve como lugar de recepción social de la familia, contiene todos los objetos de la familia y parte del mobiliario. El patio primero conecta con la sala principal de la casa, el “tablinium”, ésta por así decirlo, presidiendo cualquier situación de reunión social y tiene un control visual de todo el patio, a su vez articula espacialmente con el patio siguiente colocándose en posición privilegiada como centro de la composición de toda la casa.
La casa a patios reconoce un pasado oriental, ya en las primeras ciudades en las márgenes del río Éufrates y Tigris, en la Mesopotamia de medio oriente, como la ciudad de Ur o en las mastabas egipcias a orillas del río Nilo, cerca de los conjuntos funerarios de Giza. Pero en las “polis” griegas, ciudades modelo, es donde se reconoce una primer organización clara de la vivienda con un patio central como organizador de toda su espacialidad y composición. En las ciudades islámicas del norte de África se van a desarrollar tipos de viviendas cerradas en varios pisos con patio central, dentro de una trama urbana muy compleja y densa que caracteriza a las “medinas”, como la génesis de la urbe musulmana. Durante la dominación islámica en el sur de la península ibérica se fusionaron los modelos de la casa islámica con la casa peninsular, más compacta. En el año 711 los musulmanes del norte de África invadieron la península Ibérica. Los musulmanes convirtieron a la “Hispania romana” en uno de los centros intelectuales de la cultura islámica, derrotaron a los visigodos y ocuparon parte de la península durante unos ocho siglos, hasta 1492.
Los rasgos de privacidad e intimidad de la casa morisca del Al Andaluz, termina de configurar un modelo de casa que será trasladado a América, a través del imaginario de los conquistadores y las destrezas de los constructores. El modelo importado será la casa sevillana y la casa andaluza. Un rasgo que caracterizó a la cultura islámica invasora, en su avance hacia occidente fue la expansión de la lengua árabe como elemento transmisor de su religión y de su organización social. El nuevo imperio, organizado a partir de califatos, llegó a ocupar gran parte del sur de toda la península ibérica y domino ciudades importantes como Sevilla y Granada. Gracias a esa actitud de tomar los rasgos culturales prexistentes, tomando a la lengua y la arquitectura como pilares concretó cierta unidad cultural. La recepción positiva de conocimientos de los distintos pueblos conquistados, permitió un proceso de mestizaje de las prácticas sociales y de los objetos cotidianos de uso domésticos. Estos nuevos productos se diferenciaban de los anteriores y tenían una riqueza de formas y materiales nunca vistos.
La casa de origen mudéjar, es producto de la experiencia islámica dentro de la península ibérica, es una experiencia fundamentalmente urbana, sobre todo en ciudades próximas al mar Mediterráneo, la casa a representar las improntas de los modos de vida fusionados, el castellano y el morisco. Dentro de la nueva sociedad fusionada se encontraban distintos habitantes que adquirían distintos nombres según sus elecciones, por ejemplo los mozárabes y muladíes: ambos eran cristianos en origen, pero los muladíes se convirtieron al Islam mientras que los mozárabes permanecieron fieles al cristianismo bajo dominación musulmana. Los mudéjares eran musulmanes que vivían en los reinos hispanos medievales. La arquitectura mudéjar es la que producto del mestizaje, contiene rasgos musulmanes pero tiene un proceso de adaptación a la ciudad, los modos y el clima de la península. Las viviendas contenían un patio protegido por un zaguán cruzado a noventa grados del eje principal que compone el patio y el salón principal. Esto permite preservar la intimidad de la casa del espacio público, es decir de la calle. La sala principal, ubicada al final del patio, a modo de remate, y orientada de forma transversal, contiene los elementos arquitectónicos más finos y sus vanos y puertas serán de forma de arcos lobulados muy trabajados con texturas en piedra y madera a modo de artesonados. Las pilastras de capiteles muy trabajados, son de origen bizantino o cúbico en su geometría pero con decorados vegetales y relieves geométricos tipo lazos.
Las casas anteriores a 1494, y por tanto de construcción árabe, toman una organización que reproduce en escala doméstica reducida, los patios de los palacios nazaríes. Los patios estaban organizados a partir de un eje que orienta longitudinalmente la alberca que se localiza en el centro de la composición, en la puntas, en los lados menores del patio se encuentran las galerías que articulan el ingreso a las salas principales.
Los Palacios Nazaríes son un conjunto palatino (sobre una gran loma) dentro de la Alhambra de Granada donde la corte nazarí desempeñaba sus funciones administrativas, protocolarias y de ocio. Se empezaron a construir a principios del 1300, por consiguiente, son posteriores a la construcción de la Alcazaba. La historia de la Alhambra está ligada al lugar geográfico donde se encuentra, Granada; sobre una colina rocosa de difícil acceso, en los márgenes del río Darro, protegida por las montañas y rodeada de bosque, entre los barrios más antiguos de la ciudad, la Alhambra se levanta como un gran castillo imponente, con grandes murallas. Concebida como zona militar al principio, la Alhambra pasa a ser residencia real y de la corte de Granada, a mediados del s XIII, tras el establecimiento del reino nazarí y la construcción del primer palacio, por el rey fundador Mohammed Ibn Yusuf ben Nasr, más conocido por “Alhamar”. A lo largo de los siglos XIII, XIV y XV, la fortaleza se convierte en una pequeña ciudadela de altas murallas y torres defensivas, que alberga dos zonas principales: la zona militar o Alcazaba, cuartel de la guardia real, y la medina o ciudad palatina, lugar de los palacios.
La casa mudéjar y morisca posterior a la cristianización de Andalucía, es decir posterior a la reconquista, mantienen una organización general en torno a un patio. Éste puede tomar una forma de planta cuadrangular, configurando sus límites a partir de galerías en uno o dos de sus lados y en algunos casos en dos plantas. El ingreso al patio doméstico sigue siendo por un zaguán acodado, pero ahora este zaguán es parte de una galería lateral como en la casa del Horno de Oro en la ciudad de Granada.
La casa, de dos plantas, presenta una clara composición claustral cerrada al exterior con un galerías en planta alta permite recorrer todo el perímetro del patio conectando las dos salas, en los extremos norte y sur del mismo.
Otro ejemplo singular es una casa según el modelo nazarí, en la localidad de Zafra, Granada. Se puede observar su ubicación dentro de la manzana, en una de las esquinas. La manzana define claramente sus límites hacia la calle, el espacio vacío se organiza en su interior separado de la calle. Las pequeñas calles, muy estrechas apenas dejan ver los altos muros que delimitan interiores llenos de patios y vegetación.
Descripción de la casa por Eduardo Martín Martín, para la guía de arquitectura de Granada, publicada por la Junta de Andalucía.
“La casa obedece a escala reducida al modelo de la casa palaciaega nazarí con las crujías ordenadas en torno a un patio rectangular, centrado con alberca y fuente surtidor de taza baja en uno de sus extremos que presentan frentes aporticados de dos cuerpos en sus lados menores. El interior de arquerías con columnas de mármol con capiteles cúbicos y el superior con pies derechos de madera (o pilares) y balaustradas (una de ellas conserva una celosía original con traza geométrica). Los pórticos y galerías preceden las estancias principales: salas rectangulares ciegas con ingreso a través de arco angrelado sobre el que se dispone un montaje de tres vanos arqueados con función de respiradero. El acceso desde la calle se realizaba atravesando un zaguán acodado, a fin de preservar la interioridad a las miradas ajenas. En el exterior, el predominio del macizo sobre el hueco responde a la actitud islámica respecto de la vivienda, dominada por la valoración de la intimidad y la segregación social y reclusión doméstica de la mujer”
En estas casas introvertidas predomina lo cerrado hacia afuera, como se puede ver en el dibujo del alzado oeste. El muro domina la fachada oeste como un gran plano liso donde las aberturas no parecen disponerse según un orden de composición prestablecido. Es así que el lenguaje con que se expresa la casa hacia la calle parece ser una expresión de lo que sucede en su interior, que por cierto está ordenado de otro modo, tanto es sus elementos como en la disposición de los mismos. En el interior el patio posee una forma que responde a un trazado geométrico regular básico, con ángulos rectos en su planta y una simetría bilateral marcada por la disposición de la alberca en consonancia con las dos galerías enfrentadas, la sur y la norte. Ambas galerías de arcadas se repiten en su forma, proporción y elementos arquitectónicos. Los límites este y oeste que terminan de configurar el patio son distintos y repiten, de alguna manera, el lenguaje de la fachada, sin un orden claro, en principio. El límite que se dispone del lado este está compuesto de vanos, a modo de galería estrecha, con pilares de base cuadrada, mientras que su opuesto se conforma de un gran muro con aberturas sin un orden aparente, es decir que las ventanas se practican en el muro según las necesidades de luz y aire de los ambientes internos, las salas.
La casa señorial andaluza
Ya en el siglo XVI, bajo la influencia de la arquitectura renacentista y manierista italiana, las viviendas señoriales y burguesas cristianas, construidas al modo de castilla, son proyectadas todavía con el esquema de patio central. Éstas viviendas, de programa y estrategia más compleja que las anteriores llegan a presentar un sistema de patios con distintas actividades que evidencia modos de vida y prácticas sociales más diversas según la jerarquía social de la familia y sus relaciones de poder y económicas. El modelo será el “palazzo” del renacimiento italiano, con una organización central alrededor de un patio aporticado en sus cuatro lados, con cuatro galerías o “loggias” casi siempre homólogas en su forma y elementos. En las fachadas se presenta un cambio del lenguaje arquitectónico, tanto en los elementos como en su organización. El muro perimetral, antes macizo y cerrado a la ciudad y la calle, ahora se perfora, se llena de aberturas como grandes ventanales, portales y balcones. La fachada se ordena según trazados reguladores y un sistema de jerarquías para posicional en ella cada elemento. Esta nueva manera de vincularse con el espacio público de la casa, modifica su organización interna, la composición de las habitaciones respecto del patio o los patios, según las actividades que realiza la familia y las relaciones sociales que practican.
Es clara la influencia de los palacios italianos en los modos de ordenar las actividades por niveles, el plano “nobile”, el superior se deja para la intimidad de la familia, es decir las principales recámaras, y salas para las reuniones sociales más íntimas, mientras que la planta baja sirve para relaciones comerciales y reuniones más públicas. La casa andaluza va tomando forma y va conformando de a poco un modelo de organización espacial que se ajusta a los usos y prácticas sociales urbanas burguesas. El zaguán, lugar de llegada, sirve muchas veces como apeadero para las cabalgaduras y sitio para los carruajes, cuando la casa adquiere una jerarquía mayor y dispone de un retiro de la calle que habilita al movimiento de las carretas y carruajes. Así el zaguán adopta un tamaño mucho mayor. El ingreso al patio es directo, distinto a la casa nazarí, y se organiza en dirección axial hacia el patio y la sala. Puede darse que el mismo eje, contenga la secuencia espacial de zaguán, patio primero, sala, patio segundo y loggia. La sala queda en medio de los dos patios, dominando visualmente los dos patios, como en la casa romana el tablinium. La sala era el ámbito propicio para para la recepción y agasajo de los visitantes, como también para tratar los asuntos de familia en relación a los consejeros políticos y religiosos. Ahora las habitaciones mantienen una organización y composición geométrica más regular otorgando al conjunto una estructura y lenguaje más unitario, tanto en la disposición como en los remates, antepechos y molduras. Si bien el trazado geométrico de los patios intenta ordenar la composición general de la casa, las deformaciones del solar, producto de la forma compleja de la ciudad medieval, son absorbidos por los locales y habitaciones secundarias, las escaleras, los pasajes y las habitaciones destinadas al servicio de la casa, que dependiendo de la constitución de la familia podía llegar a tener más superficie, que el área familiar estricta. El esquema general de la casa organizada alrededor de varios patios y en más de una planta, permitía un uso alternativo de la misma según las estaciones, por ejemplo la planta baja, más fresca en verano o el patio segundo con más superficie verde. En invierno las plantas altas o “altos”, tenían mejor asoleamiento y posibilidades de recibir calor por convección.
El modelo Americano
La casa americana, tiene una evolución y desarrollo proyectual primordialmente en planta baja, pero en varias regiones del Caribe, Venezuela y Colombia se han dado con altos sobre todo en esquinas y frente a plazas o calles importantes. Con una sucesión de patios, no siempre alineados, se organizaban las partes de la misma y se configuraba un microcosmos, muy necesario en tiempos de conquista, donde era necesario subsistir en paisajes y entornos naturales complejos. La casa, necesariamente, se inició como un sistema de producción y subsistencia, debiendo aprovechar la mano de obra disponible, de indios y esclavos para la producción de alimentos y vestimenta. Este modo particular de apropiarse y de construir un primer hábitat para el desarrollo de la familia fue posible también gracias a la disponibilidad de tierras de grandes extensiones y al modo de dividir la manzana en cuatro solares. Las ciudades fundadas antes de las leyes de India contaban con manzanas de ciento veinte varas de lado, aproximadamente cien metros de longitud.
En los esquemas de trazados en damero, se pone en relieve la importancia que tenía la corona española de dar una forma a la ciudad de nueva fundación y de lograr una manera de densificarla desde el centro a la periferia. La ubicación de la casa en la manzana supone la apropiación de un octavo de la superficie disponible. El esquema tiene dos cuerpos (cruijías) principales que cierran un patio rectangular o cuadrado, a los lados de patio dos crujías paralelas cierran la composición y dan límite al patio. Con el tiempo se adosaron galerías a los lados del patio para generar sombra o proteger de las lluvias y ampliar el espacio de trabajo. La mayoría de las galerías bien construidas se dieron varias décadas después de la fundación cuando dispusieron de la tecnología para la producción de maderas y tejas para las techumbres. En los primeros años, muchos objetos y muebles fueron los que venían con la campaña fundacional, muy de a poco se fue logrando fabricar el equipamiento para la casa. Respecto de las casas andaluzas, la casa del virreinato dispone de un patio más grande, porque es un lugar de trabajo y de intercambio comercial. La calle como la concebimos en la actualidad dista mucho de ser la calle de las primeras décadas de la ciudad americana. Sin demasiados edificios, la calle comunicaba los solares pero era lugar de los desperdicios y la evacuación de las aguas servidas y de lluvia. El ingreso al patio primero es directo a través de un profundo zaguán o un gran portal, que con los años pudo ser tratado con materiales más duraderos como piedras o mármoles como también fue depositario de ricas molduras, pilastras, capiteles colgados, remates en arco y escudos nobiliarios de la familia.
La conquista de América incluyó muchas decisiones y organizaciones administrativas, pero de todas la fundación de ciudades fue el rasgo identitario que sirvió para organizar y ordenar todo el nuevo continente para la corona española. Donde no había más que rasgos de manejo de ciertos recursos naturales por parte de los pueblos originarios y algunas tolderías, los españoles pensaron e imaginaros ciudades cuyo modelo era el europeo. Salvo Pizarro en Perú y Cortés en Méjico, no hubo grandes infraestructuras en las selvas, llanuras, mesetas y montañas donde llegaron los adelantados con el fin de enriquecerse y fundar ciudades. La necesaria tarea de fundar y dar forma exigía poseer un formato más o menos regular que fuera repetible sobre el territorio y adoptar algunos tipos arquitectónicos simples, para lograr en poco tiempo una imagen urbana o algo parecido. Dentro de la política fundacional se puso énfasis en la dificultad de poblar la ciudad, algunas ciudades próximas a poblaciones originarias más violentas quedaron desbastadas y fue necesaria una refundación. El problema no sólo fue la protección militar de la ciudad sino también propiciar su crecimiento demográfico. De esta forma muchos colonos se mestizaron con la población local para lograr un asentamiento estable de gentes. Sobre todo las ciudades mediterráneas, que no estaban sobre una ruta comercial importante o disponían de un puerto, sufrieron un proceso muy lento de crecimiento. Tal fue el caso de San Juan de la Frontera, que a comparación de la ciudad de Jáchal, a mediados del siglo XIX, seguía siendo una ciudad pequeña, sin demasiada población. El desarrollo de la agricultura triguera y el establecimiento de varios molinos harineros dieron a Jáchal un impulso económico, llegando a comerciar con pueblos del norte y Chile a través del territorio de Iglesia, con los poblados de Rodeo y Angualasto.
El modelo urbano de Indias
El modelo urbano de “Indias”, fue pensado dentro de un documento cuyo nombre es “Recopilación de leyes de los Reinos de Indias” y contiene un conjunto de leyes en formato de ordenanzas que la corona española, en tiempos de conquista y conformación de los virreinatos dictó al respecto del planeamiento y colonización de América. Dichas ordenanzas son firmadas por el rey Carlos V y Felipe II en 1553, a nueve años de la fundación de San Juan. Esta situación permite comprender que el esquema fundacional de San Juan no se ajustara al modelo de Indias, ya que en 1553 ya se habían fundado más de doscientas ciudades en América, desde Méjico al norte hasta la Argentina y Chile al sur.
Dentro de las ordenanzas los artículos que se relacionan con el estudio y legislación urbana están comprendidos entre el número 32 y el 42, y entre el 11 y 130. Éstos se ocupan de la forma de elegir las comarcas y sitios para establecer la población, como también de temas vinculados a la forma urbana, el trazado de la plaza mayor y las plazas secundarias, la ubicación del templo católico mayor y los edificios de gobierno, así como delimitar los conceptos de solar y ejido.
En el centro del esquema con el número uno, se localizan los solares para las parcelas edificadas y que representan el centro de la ciudad con las plazas y los paseos públicos principales. Alrededor de esta área central se encuentra el ejido, con el número dos, éste representa la sumatoria del centro cívico conformado por la plaza mayor y los edificios públicos pertenecientes a la autoridad política y religiosa, la zona urbana de manzanas cuadradas o rectangulares divididas en cuatro solares, asiento para las familias, también las zonas de las quintas y las chacras. Luego con el número tres, el área destinada a las dehesas y zonas de pastoreo de los animales, cabras, ovejas y vacas. Más distante el área con el número cuatro, que está destinada a los “propios”, terrenos otorgados a los españoles según sus títulos y roles sociales. Por último con el número cinco el término o territorio que demarcaba los límites políticos y administrativos de la ciudad y de la política de gobierno local. En general vinculado a grandes accidentes geográficos como ríos, cordones montañosos, grandes planicies desérticas, lagunas o pantanos.
El modelo de Indias daba una idea general de la jerarquía de cada manzana respecto de su posición en relación al centro de la ciudad. A su vez deja explícito que la cuadrícula de módulo cuadrado para las manzanas y la plaza rectangular en el centro es un modelo de orden básico que se repite casi con precisión en las ciudades latinoamericanas de fundación virreinal. La divulgación de este modelo, a su vez, pretendía dar a las nuevas poblaciones una forma de organizar su territorio utilizando a la ciudad como centro de las principales operaciones políticas y económicas. Este objetivo, de hecho se fue concretando con el devenir del siglo XVIII y al llegar a la etapa republicana las ciudades rompieron sus límites hacia formas menos compactas y menos delimitadas.
Durante la colonia la ciudad fue motivo de refugio y seguridad. Según las observaciones de Dora Roitman, la ciudad en cuadrícula ha logrado albergar los diferentes cambios según sus distintas fases históricas, es decir que al interior de sus unidades, las manzanas se han sucedido distinto tipos de modificaciones y mutaciones según los usos urbanos y distintos tipos edilicios. La manzana de planta cuadrada logró albergar tanto a la casa virreinal como al edificio en altura moderno, pasando por la casa chorizo, la casa compacta, la casa de rentas, el condominio y la casa con negocio de la burguesía inmigrante.
La ciudad de la colonia permitía la concentración de las actividades comerciales y también la fuerza de trabajo del indígena. Era clave la misión de concentrarlos y evangelizarlos para lograr incorporarlos en la cadena de tareas agrícolas, ganaderas y mineras, per respecto de las actividades domésticas los indígenas y luego los esclavos negros cumplieron un rol fundamental para asegurar la subsistencia a fuerza de trabajo humano. La situación general que presentó el proceso de conquista respecto de los pueblos originarios implico un duro sometimiento de los mismos, que permitió el desarrollo de la ciudad, ya que la población inicial española era escasa y la fuerza de trabajo humano inicial fue la clave. La ciudades que fueron fundadas en territorios con poca población indígena, o que a la llegada de los conquistadores disperso y emigró, construcción de la ciudad fue muy lenta. Para los colonos, la posibilidad de conseguir suelo propio y ser nombrados vecinos impulsó a familias a trasladarse a América, por lo que la ciudad americana se fue transformando de un ideal y hasta una gran utopía en una experiencia real de apropiación, modificación y conquista de un territorio sutilmente conformado.
Mercedes y encomiendas
El poder de conservación y expansión de la ciudad fundacional fue de extrema raigambre en sus primeros pobladores y de una fuerte visión de futuro, ya que ciudad y región constituyen una unidad de ocupación definitiva de la conquista española. A la unidad de ocupación se le agrega la lógica administrativa de las “mercedes” y “encomiendas”. Las mercedes eran concesiones de tierra para los vecinos, esto tenía como objetivo incentivar a los colonos su permanencia en la ciudad. Las mercedes eran tierras para el desarrollo de la agricultura y la ganadería, cada vecino podía recibir un solar urbano y una parcela de tierra en el ejido, que fuera regable y que permitiera la construcción de una huerta familiar. Por su parte la encomienda fue una institución para sacar provecho de la mano de obra indígena. Se constituía en la entrega de un grupo de indígenas a un señor español, que a cambio de protegerlos, educarlos y evangelizarlos obtenía de ellos trabajo como tributo. La encomienda significó un sistema más para concretar el exterminio de los pueblos originarios en el nuevo continente.
1600. Potosí. La octava maravilla del mundo
“Incesantes caravanas de llamas y mulas llevan al puerto de Arica la plata que, por todas sus bocas, sangra el cerro de Potosí. Al cabo de larga navegación, los lingotes se vuelcan en Europa para financiar, allá, la guerra, la paz y el progreso. A cambio llegan a Potosí, desde Sevilla o por contrabando, vinos de España y sombreros y sedas de Francia, encajes, espejos y tapices de Flandes, espadas alemanas y papelería genovesa, medias de Nápoles, cristales de Venecia, ceras de Chipre, diamantes de Ceilán, marfiles de la India y perfumes de Arabia, Malaca y Goa, alfombras de Persia y porcelanas de China, esclavos negros de Cabo Verde y Angola y caballos chilenos de mucho brío. Todo es carísimo en esta ciudad, la más cara del mundo. Sólo resultan baratas la chicha y las hojas de coca. Los indios, arrancados a la fuerza de las comunidades de todo el Perú, pasan el domingo en los corrales, danzando en torno a los tambores y bebiendo chicha hasta rodar por los suelos. Al amanecer del lunes los arrean cerro adentro y mascando coca persiguen, a golpes de barreta, las vetas de plata, serpientes blanquiverdes que asoman y huyen por las tripas de ese vientre inmenso, ninguna luz, aire ninguno. Allí trabajan los indios toda la semana, prisioneros, respirando polvo que mata los pulmones y mascando coca que engaña al hambre y disfraza la extenuación, sin saber cuándo anochece ni cuándo amanece, hasta que al fin del sábado suena el toque de oración y salida. Avanzan entonces, abriéndose paso con velas encendidas, y emergen el domingo al alba, que así de hondos son los socavones y los infinitos túneles y galerías.
Un cura, recién llegado a Potosí, los ve aparecer en los suburbios de la ciudad, larga procesión de fantasmas escuálidos, las espaldas marcadas por el látigo, y comenta:
—No quiero ver este retrato del infierno. —Pues cierre usted los ojos —le aconsejan. —No puedo —dice el cura—. Con los ojos cerrados, veo más.”
Eduardo Galeano, Memorias del Fuego 1.
El trazado original de la ciudad siempre fue un mecanismo abstracto que necesitó de muchos ajustes según la situación contextual de cada caso. En principio la geografía y la topografía de cada sitio limita la forma regular de la ciudad y se producen deformaciones en los límites de sus partes y de las unidades, las manzanas, y luego en los solares, tanto en la distribución como en su forma. Los edificios van a adaptarse a estas deformaciones sin perder el esquema básico. En el caso de la casa, su sistema de patios articulados.
El modelo de ciudad /región, en un primer momento fundacional se redujo al ejido y las pequeñas huertas trabajadas en los solares urbanos fueron clave para el sustento de la población. En san Juan, dentro de la casa, entendida como un pequeño sistema de protección y subsistencia, existían sectores regados por acequias internas que atravesaban los corazones de manzana de oeste a este, respetando la pendiente natural del valle. A la construcción de las hurtas, se le agrega plantaciones de árboles que son traídas por los españoles, como el sauce, el álamo, el eucaliptus y el aguaribay. Estas especies arbóreas se adaptan al suelo desértico y permitieron atemperar las temperaturas y vientos, dando de alguna forma las primeras señales de ciudad oasis.
La parcela es pensada en sentido longitudinal con la impronta de lo construido sobre la línea que delimita la calle. La primera intención que puede interpretarse, acerca de la localización de la primera estructura de la casa, es la de construir ciudad, ya que si esta construcción estuviera muy retirada, hacia el interior del solar la imagen de calle se desdibuja. El límite será primero hecho con cercas vegetales, en el intento de cerrar y dar algo de intimidad. Hacia el interior de la parcela, frente a la primera construcción o gran habitación se organiza el espacio libre de trabajo, éste permite actividades varias vinculadas a la relación de la casa con la ciudad. Se dan todo tipo de tareas y labores domésticas, vinculadas a la producción de materias primas para la conservación de alimentos, como también la localización y almacenaje de leña, pasturas para los animales, materiales de construcción, la fragua para la fabricación de pequeñas piezas metálicas como las espuelas de caballos y mulas, los apeaderos de caballos, mulas y bueyes. Es decir que a pesar de ser un gran espacio libre, la familia va sectorizando y organizando actividades y materiales necesarios para su subsistencia. Más hacia el interior de la parcela, se desarrolla algunas habitaciones muy rudimentarias para albergar los fogones y las letrinas, éstas estaban hechas de una estructura de madera muy rudimentaria y, como cerramiento se utilizaba materia vegetal, como ramas y hojas dispuestas en pequeños paños atados con tientos de cuero. Una vez pasado el límite del primer conjunto, se disponía un sector para la huerta y los frutales como también para los corrales.
Los fogones, lugar de cocina eran localizados fuera de la sala o en un sector de la misma practicando un hueco sobre un muro de tapia más grueso, al que se le adosaba un pequeño arco de adobe en forma de pequeña bovedilla, dejando un respiradero para los humos hacia afuera, luego se construyeron grandes campanas con vigas de madera y sistema de quincha que cruzaban la habitación de lado a lado y debajo de esta se disponían varios fogones e incluso en algunos casos un pequeño horno de barro semiesférico hecho con adobes. Las ollas de hierro fundido colgaban de un palo atravesado a través de un gancho metálico. En general, en esta primera fase de construcción de la casa, el mobiliario era escaso. Los catres eran fabricados con maderas recicladas y los elásticos eran de cuero tensados y atados de los bordes. El ropaje y abrigo de cama era de lienzos y mantas tejidas a mano con lana hilada y tejida en telares muy rudimentarios. Al igual que las mesas, que no eran más que tablones de madera desbastada a mano con herramientas muy sencillas y también banquetas del mismo material.
Los utensilios de cocina eran hechos a mano en metal forjado y madera. Los recipientes hechos de cestería y cerámica, serviría para almacenar distinto tipos de alimentos y granos. El agua de riego era derivada por una acequia de piedra o de piezas cerámicas cocidas hasta un pozo profundo revestido en piedra que permitía que el agua decante y se filtre, con vasijas y un sistema de roldana muy precario a base de piezas de madera y soga de cáñamo se extraía el agua para beber y para cocer los alimentos. También solían conseguirse piedras porosas, que desbastadas y ahuecadas, se colocaban sobre una base de madera tipo banco, el agua depositada por su parte superior, lentamente filtraba a través de la piedra porosa y debajo se colocaba una gran vasija de la cual se extraía el agua. Muchos conocimientos fueron creativamente aplicados a los materiales que existían en el entorno inmediato a la ciudad. Los solados de salas y habitaciones eran de tierra apisonada y mojada continuamente. Al comenzar la producción de mampuestos de tierra cocida, como ladrillo, losetas y tejas, los ambientes comenzaron a tener pisos más finos, de piezas cerámicas asentadas en tierra o arena fina. También los empedrados de piedra bola y piedra laja fueron posibles gracias a la cercanía de las sierras y de las chimbas del río.
Con el tiempo, se busca cerrar la parcela hacia la calle con edificación, básicamente para lograr la intimidad de la casa y lograr separar distintos tipos de actividades que al principio aparecen todas juntas en el patio y las pocas salas construidas.
Hacia fines del siglo XVII, la casa virreinal se va configurando como una unidad productiva. Como artefacto instalado en una geografía apenas delineada por el trazado original de la ciudad, la casa, es una unidad con cierta autonomía y con una interdependencia de las otras casas y de los terrenos que rodean al ejido urbano. De iniciarse como una unidad básica de cobijo y subsistencia de los primeros colonos luego, con el correr del primer siglo y medio, se transforma en un sistema espacial que alberga las actividades domésticas principales y también las comerciales y de protocolo necesarias para que los miembros de la familia logren relacionarse con otras familias y así concretar uniones y acuerdos que servirán para futuros emprendimientos familiares dentro de la sociedad colonial. Las transformaciones dentro y fuera del ejido urbano de la ciudad son también parte de las causas de un mayor desarrollo en tamaño y complejidad de la casa. Se van organizando y zonificando funciones productivas comunes públicas y de servicios que permiten mejorar las condiciones de las actividades agrícolas y ganaderas. También rudimentarios establecimientos de molienda de granos, que comúnmente se hacía en morteros de piedra en las mismas viviendas o pequeños establecimientos vinculados a las plantaciones de vid para la producción de vino artesanal. También la producción de leña para las tareas domésticas de cocinar y calentar el agua, la instalación de un primer matadero para el despostar y procesar la carne y la producción de cebo para velas, los saladeros para la producción de charqui y chacinados, las primeras talabarterías para trabajar el cuero, para producción de monturas y aperos e indumentaria como botas de montar, las primeras fraguas para la producción de herraduras y herrajes simples. Las familias se van fortaleciendo por la promoción de acuerdos para formar nuevos matrimonios que necesitarán sus propias habitaciones y sus salas íntimas. Así la casa puede entenderse como un sistema de pequeños núcleos que representan a las nuevas conformaciones matrimoniales que pasan a engrosar las familias. En síntesis, varias actividades productivas que inician puertas adentro de la casa, pasan a desarrollarse en el ejido y los propios de forma comunitaria o institucionalizada por el gobierno local.
Por parte de la ciudad y su organización administrativa, es posible que estas instalaciones primeras, no sólo sirvieran para un autoconsumo sino también que promovieran un sentido mercantil entre ciudades. La construcción de la red de caminos entre las villas y poblados, implicó un desafío importante para las comunidades y demandó mano de obra y la construcción de pequeñas obras como puentes y defensas para las crecidas de los ríos por desborde aluvional. Estos caminos, se fueron consolidando como rutas comerciales hacia el norte y el sur y hacia el oeste para la Capitanía general e Chile. Se van a instalar en las ciudades pequeñas empresas comerciales que, producto de la llegada de viajeros que traían novedades sobre España y a su vez aprovechaban para comercian productos europeos que eran requeridos por las familias mejor posicionadas para motivar la vida cortesana e improvisar las relaciones de clase y de comercio. Telas, indumentarias, accesorios, utensilios de cosmética y tocador, etc, son demandados por la ahora familia más desarrollada. El desarrollo de las primeras carpinterías y herrerías, van a permitir innovar en la producción de herramientas agrícolas y de producción de alimentos. Los primeros molinos, de energía fluvial, a través de pequeñas norias, instalada en las márgenes de arroyos y ríos necesitaron de engranajes y ruedas de madera ensamblada para mover el eje de las ruedas de roca que molían el trigo. El trabajo de cantería también sería importante para la construcción de muros y bases de columnas y para la decoración de los portales de acceso de edificios públicos y casas señoriales.
La casa a patios, que en un principio sirviera como unidad productiva y como sistema de apropiación y construcción de la ciudad como modelo de la conquista española, va a ser modificada y transformada por el crecimiento y densificación de la ciudad en el período republicano. La calle, que en un principio, al modo nazarí sólo conectaba los edificios de las manzanas, va a transformarse en un espacio urbano de relaciones comerciales y sociales. La casa se va modificando en su fachada y en sus dimensiones internas para dar lugar a otras funciones urbanas vinculadas a lo comercial y a la renta de habitaciones para los nuevos habitantes que van llegando a las nuevas naciones latinoamericanas independientes. De este proceso de subdivisión de la parcela y de densificación edilicia de la manzana, surgen nuevos tipos arquitectónicos que seguirán tomando al patio como elemento articulador y organizador de las espacialidad.
Bibliografía consultada
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Dora Roitman. La ciudad oasis. Evolución física espacial de la ciudad de San Juan. 2001
Créditos
Escrito por Fernando Giudici
Dibujos por Fernando Giudici
Carga y edición gráfica: Martín Krywokulski
Imagen de portada: Fernando Giudici